lunes, 25 de noviembre de 2019
Cataluña y la Radio de las Mil Colinas
Los banyarwanda son un grupo humano que puebla la región de los Grandes Lagos del Centro de África, cuyo origen no está muy claro, pero al que se sabe que pertenecen dos grupos sociales tristemente famosos: los hutus y los tutsis de Ruanda, Congo y Burundi. Si bien hay estudios que sugieren un origen nilótico para los tutsis y uno bantú para los hutus, que los haría fácilmente distinguibles por sus aspecto físico -más esbelto en el primer caso y más corpulento en el segundo, generalizando algo burdamente- no son pocos los que indican que hutus y tutsis son, en realidad, dos estamentos distintos de un mismo grupo humano. Lo cierto es que los matrimonios entre hutus y tutsis, que a lo largo de la Historia se han producido con relativa normalidad a pesar de las diferencias sociales, han hecho que sea totalmente imposible diferenciar a simple vista a unos de otros: sólo el conocimiento de las sutilezas culturales de los Grandes Lagos que escapan del alcance de casi todos los que no son naturales de allí, permite diferenciarles.
Sin embargo, unas políticas desafortunadas durante la dominación belga y exacerbadas tras la independencia de estos países sirvió para hacer germinar un brote de violencia de los más escalofriantes, si no el peor, del último tercio del siglo XX. Uno de los factores que hizo posible el genocidio de 1994 que costó la vida a 800.000 tutsis y hutus moderados a manos de los Hutus radicales, fue la inclusión en el documento de identidad de los ruandeses la etnia a la que pertenecían, Hutu o Tutsi. Después, en mitad de una tensión social muy grande derivada de la guerra civil que enfrentaba al gobierno Hutu de Juvenal Habyarimana con el Ejército Patriótico Ruandés de Paul Kagame, Tutsi, entre el nerviosismo y el miedo provocados por el avance del EPR, el ala más dura del gobierno de Habyarimana comenzó una campaña de deshumanización de los tutsis que debía conducir a su eliminación física, a masacrarlos. Contó este ala para ello con la colaboración entusiasta de la Radio Televisión Libre de las Mil Colinas (RTLMC), una emisora de radio que a partir de julio de 1993 no cesó -tras conseguir hacerse popular emitiendo música de moda un breve tiempo- de emitir mensajes alienantes contra los tutsis, buscando deshumanizarles a ojos de la población hutu, refiriéndose a ellos como “cucarachas” y lindezas por el estilo. Cuando el 6 de abril de 1994 la RTLMC difundió el mensaje “cortad los árboles mas altos”, se desató una pesadilla que costó la vida a casi un millón de personas que fueron asesinadas bárbaramente a lo lardo de tres meses hasta la victoria del Ejército Patriótico Ruandés. La represalia Tutsi, por desgracia, fue terrible y se extendió a la República Democrática del Congo. Cerca de tres millones de personas, tal vez más, han muerto por culpa de esa bárbara forma de generar odio entre personas que, de no haber sido manipuladas por gobernantes infames (sin menoscabo de la responsabilidad personal de cada una de ellas en sus acciones) debían haberse respetado y ayudado como compatriotas a los que sus diferencias no tenían por qué enfrentar.
La situación de estigmatización de una parte de la sociedad que se está llevando a cabo en Cataluña, impulsada por el gobierno de esa Comunidad Autónoma y con la connivencia del gobierno de España, recuerda mucho a los meses previos al genocidio de Ruanda. La imprudente y abyecta deshumanización y el cobarde señalamiento que se practica desde las autoridades contra los catalanes no independentistas no puede conducir a nada bueno. En Cataluña se ha visto a líderes políticos llamar “bestias con forma humana” a los castellano parlantes, se le ha deseado a Inés Arrimadas que sean violada en grupo (no hay “Me too” ni “Hermana yo si te creo” para ella), se ha golpeado a jóvenes por animar a la selección nacional de fútbol hay se ha alentado una huelga insurreccional que ha generado pérdidas millonarias y puesto en peligro vidas y propiedades.
El vídeo recientemente difundido por el Ayuntamiento de Barcelona en el que se vuelve a señalar a los castellanohablantes de machistas en contraposición con un muy respetuoso catalano hablante defensor de la dignidad de las mujeres es la enésima muestra de un racismo tan inhumano y despreciable como aquel del que hizo gala la Radio Televisión Libre de las Mil Colinas. TV3, el Ayuntamiento de Barcelona, la Generalidad de Cataluña están siguiendo una senda que sólo lleva a la barbarie, la muerte y el colapso de la Civilización. Millares de personas, ahítas de odio y victimismo están alentando la violencia contra quienes piensan diferente mientras, acríticamente, se definen como gente de paz al tiempo que insultan a quienes jamás les hicieron nada. Carentes de un espíritu mínimamente crítico que les permita (¡al menos!) ver que una violación es siempre horrible, se la desean a quien piensa diferente. Millares de personas alienadas por unas autoridades perversas e irresponsables, se comparan con Martin Luther King sin saber que son ellos, al aplaudir esta segregación por razón de lengua, el Ku Klux Clan. Sin darse cuenta de que están a un paso de convertirse en la guerrilla Interahamwe.
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